El Watsu (o Shiatsu) es una técnica cuyas raíces provienen de la cultura médica oriental y si tienes una piscina de agua caliente, puede ser la técnica de relajación profunda ideal para ti y tu familia. La profunda relajación que se consigue en cuestión de pocos minutos, es una de las mejores formas de aliviar dolores o molestias, normalizar la energía vital y hacer algo de actividad física.
¿Cómo se realiza?
El nombre de esta técnica de relajación proviene de la palabra inglesa “water” y la técnica milenaria japonesa de sanación “shiatsu”. Se practica sumergido en el agua aprovechando el estado de ingravidez mientras se realiza una técnica de masaje relajante. El estado de flotar del cuerpo en el agua mejora la relajación a la hora de recibir el masaje. Se trata de dejar el cuerpo en máxima libertad de movimiento. La temperatura del agua debe estar en el rango de temperatura del cuerpo, es decir entre unos 34 y 36º. Además la profundidad del vaso de la piscina no debe superar los 120 cm. Se debe sumergir los ojos cerrados, las orejas y la piel en el agua de la misma temperatura.
Ventajas. ¿para quién es recomendable?
El Watsu tiene una gran cantidad de ventajas, por lo que si tienes una piscina con agua caliente, puedes aprovecharla tanto tú como tu familia. Adultos, ancianos, niños, embarazadas, nadie debería perderse las grandes ventajas de este masaje terapéutico con beneficios terapéuticos. La sensación de abandonar el cuerpo en aguas calientes, que dan la sensación de estar flotando en la nada, mientras se recibe un masaje, es una sensación en la que interfieren todos los sentidos. Por medio de delicados estiramientos y masajes digitopresores se realiza una sesión terapéutica muy beneficiosa para la salud.
En embarazadas
El Watsu tiene un efecto tanto terapéutico como saludable para las embarazadas. Esta práctica en embarazadas las ayuda a liberarse de las presiones provocadas por el peso que soportan su cuerpo. Además, otra ventaja muy positiva es que la práctica de esta terapia oriental también mejora la circulación de los nutrientes, calma los músculos cansados y alivia el dolor de las articulaciones. Además, la relajación que se siente es espontánea y muy natural por el entorno y el medio acuático y sosegado en el que se encuentra la persona. Al sumergirse en un medio tan similar al cuerpo (misma temperatura, fluidez y nada de presión) los mecanismos fisiológicos que diferencian las sensibilidades no detecta ningún cambio y la relajación es total.
Contraindicaciones
En general, esta práctica relajante no tiene apenas contraindicaciones específicas, no obstante puede haber circunstancias que quizás debamos resolver antes de realizar esta inmersión. Un ejemplo de ello es la fiebre, la angina inestable, una tensión de la sangre radicalmente alta o baja, o una ausencia del reflejo de la tos. Otra contraindicación que hay que evitar es si el paciente tiene incontinencia, diabetes inestable, afecciones en los riñones, hemorragias cerebrales recientes, heridas abiertas (como puede ser el caso de las personas ancianas). En el caso de que el paciente tenga infecciones que pueden ser transmitidas por el agua también es mejor evitar esta terapia.