Cuando hablamos de cuidado y limpieza de la piscina, la mayoría de las personas se imaginan lo mismo. La limpieza y la puesta a punto de la piscina antes de que llegue la temporada de verano, que es en la que mayormente utilizamos nuestra piscina. No obstante, cuidar la piscina también significa principalmente:
- Controlar la alcalinidad
- Utilizar los productos químicos necesarios
- Controlar el pH
- Desinfectar
- Mantener las zonas limítrofes
En muchas ocasiones nos centramos solamente en controlar el pH del agua de la piscina, pero nos olvidamos de la alcalinidad. Este factor es determinante a la hora de conseguir un agua de calidad y saludable.
Consejos para ajustar la alcalinidad del agua
Centrarnos solamente en controlar el pH de la piscina es un error, ya que un nivel correcto del pH del agua depende de la alcalinidad que esta tenga. Si te preguntas qué es la alcalinidad, no te preocupes, nosotros te lo explicaremos.
La alcalinidad del agua es la composición de varios químicos alcalinos: carbonatos clásicos, bicarbonatos e hidróxidos. La acidez del agua está determinada por la cantidad de químicos alcalinos que tiene el agua.
Cuando no controlamos la alcalinidad del agua y su pH puede provocar problemas como:
- agua turbia
- agua de color verde
- ojos y piel irritados
- los metales se estropean
- el desinfectante deja de funcionar
- la suciedad comienza a incrustarse
Por lo tanto, mantener la alcalinidad correcta del agua de piscina es muy importante y para conseguirlo necesitaremos realizar una buena medición de la misma. Para medir la alcalinidad del agua utilizaremos unas tiras analíticas que puedes encontrar en nuestra tienda de productos para piscina. Gracias a estas tiras conoceremos este índice de forma simple y veloz, aunque también es posible conocer estos datos con mecanismos digitales. El valor en el que tiene que estar la alcalinidad es 125 y 150 ppm. No obstante, no debemos confundir la acidez con la alcalinidad del pH, ya que no significan lo mismo.
En caso de que la alcalinidad se encuentre en un nivel inferior podremos aumentar la alcalinidad con un incrementador de alcalinidad. De esta forma conseguiremos evitar problemas de irritaciones en los ojos y la piel o que los metales de la piscina se estropeen. Cuando cuidamos la alcalinidad del agua también podremos ahorrar en desinfectantes del agua. Por ejemplo, si lo que queremos es aumentar 10 ppm de alcalinidad de 100 m3 de agua necesitaremos 1,8 kg de producto incrementador. En caso de que el agua presente una alcalinidad superior podremos utilizar un minorador para convertir la alcalinidad en dióxido de carbono.