Generalmente, cuando hablamos de piscina perfecta solemos pensar en la pureza del agua, en lo cristalina que esta puede ser, en la desinfección y la limpieza, en unos revestimientos limpios y bien conservados… Pero en pocas ocasiones hablamos de la combinación perfecta de químicos de la piscina, esa mezcla de productos de limpieza y mantenimiento perfecta, que garantizan un agua perfecta y un baño seguro y saludable. La alcalinidad y la dureza del agua son dos elementos antagónicos que juegan un papel fundamental en que el agua de nuestra piscina sea apta o no apta para bañarnos.
La importancia del pH
El pH del agua juega un papel fundamenta a la hora de que el agua sea alcalina o no alcalina y haya una concentración de iones y bicarbonatos adecuada. Es la alcalinidad del agua la que actúa como conector entre el pH y el agua. Si tenemos una alcalinidad demasiado baja, el pH es inestable y por ese motivo es muy importante mantenerla bajo control. Por otra parte, para que la dureza esté en un punto adecuado debemos tener una cantidad de calcio y magnesio controlada. Si el agua es demasiado dura, es decir, demasiado alcalina, significa que tenemos demasiada cal. Esto puede ser muy perjudicial para las cañerías y el filtro, que pueden estropearse rápidamente. Pero si ocurre lo contrario, es decir, tenemos una combinación química demasiado poco alcalina, es decir, muy suave, habrá más posibilidad de que se estropeen las paredes de la piscina y las juntas.
¿Qué podemos hacer si se desequilibra?
Lo mejor que podemos hacer es equilibrar todos estos parámetros mediante los medidores colorímetros que puedes encontrar en nuestra tienda. Las lengüetas colorimétricas te indicarán la alcalinidad y la dureza del agua. Para que entiendas mejor su funcionamiento, la unidad mediante la cual se representan estos parámetros es mediante las partes por millón (ppm). Si quieres conseguir un parámetro de alcalinidad perfecto el agua de tu piscina debería estar entre el 80 y el 120 ppm.
En caso de que detectes una alcalinidad demasiado baja, es decir, un agua demasiado suave, puedes aumentar la alcalinidad con un incrementador. Para conseguir el efecto contrario lo que puedes utilizar es un minorador. Con el minorador conseguirás un agua más suave y disminuirás la alcalinidad. La dureza perfecta del agua de la piscina suele estar entre un 250 y un 450 ppm. Cuando la dureza y la alcalinidad del agua estén perfectamente ajustadas podrás disfrutar de una piscina en perfectas condiciones.