Con la llegada del buen tiempo nos gusta disfrutar de la piscina en familia, y eso incluye a nuestros compañeros caninos. Son un miembro más de ella y, como tal, queremos disfrutar de los momentos juntos. A muchos perros les encanta darse un buen baño o, aunque sea, sumergir sus patitas para refrescarse. Si tienes dudas de si es una buena idea o no permitir que tu perro se bañe en la piscina, te aconsejamos ciertas pautas para que no te suponga ningún problema.
Ante todo, la seguridad
En primer lugar, lo que debemos tener en cuenta siempre es la seguridad de nuestro peludo amigo. Si nuestra piscina no tiene escaleras de obra para poder entrar y salir de forma sencilla para él, lo ideal sería contar con una rampa de acceso para ellos. Así podrá entrar y salir del agua sin problema alguno.
Otra buena opción es colocarle un chaleco de seguridad. Esto les permitirá mantenerse a flote y evitar que se hundan si están cansados. También puede ser de gran ayuda si nuestro perro es un poquito miedoso o está teniendo sus primeros contactos con la piscina. Es imprescindible sacarle de vez en cuando del agua y dejar que descanse, para evitar que se canse en exceso. Muchas veces, emocionados, no saben cuándo parar el juego.
Evita que beba agua de la piscina, ya que contiene productos nocivos para él. Deja siempre disponible su recipiente con agua potable, para que se hidrate bien y no recurra al agua clorada.
Por último, es fundamental recordar que no se debe dejar al animal sólo en la piscina. Debe estar siempre vigilado. Si tiende a meterse en ella cuando está solo, es recomendable la colocación de un cobertor de piscina o una valla.
Mayor atención a la limpieza
Si nuestro amigo canino hace uso de la piscina, tendremos que prestar una mayor atención a su limpieza y a la de la propia piscina. El grado en el que pueda influir en el estado del agua y los cuidados que necesite, dependerá del tipo de perro que tengamos. Siempre requerirá más cuidados un perro de mayor tamaño o de pelo abundante, que aquellos de pelo corto o de un tamaño pequeño. Báñalo y cepíllalo regularmente. De esta manera, evitarás que queden restos de pelitos por donde quiera que vaya.
De la misma manera, prestaremos atención al estado del agua. Realizaremos los análisis necesarios para mantener el pH y el cloro en sus niveles óptimos. Si habitualmente estos análisis los realizamos cada semana, en el caso de que sus baños sean asiduos, deberemos pasar a realizarlos cada tres o cuatro días.
Puede que permitir el baño de nuestros amigos de cuatro patas conlleve algo más de trabajo, ¡pero valdrá la pena compartir esos momentos juntos!