A todos nos gusta tener el agua de nuestra piscina en óptimas condiciones para el baño. Para conseguirlo, es necesario que llevemos a cabo un cierto mantenimiento. Este mantenimiento conlleva prestar atención a diversos factores, que requerirán la utilización de ciertos productos, la limpieza del agua o el cuidado de los sistemas de depuración.
Manteniendo a punto todos los elementos que componen nuestra piscina, conseguiremos poder disfrutar de nuestros baños de forma limpia y segura. Evitaremos la aparición de algas o un aspecto turbio del agua, obteniendo, de esta manera, también un aspecto estético agradable.
Hoy hablaremos de uno de los cuidados que garantizará la consecución de nuestro objetivo: el tratamiento físico del agua.
¿Qué es?
Cuando hablamos del tratamiento físico del agua, estamos hablando de la eliminación de aquella materia orgánica que se pueda acumular en ella, sin hacer uso de químicos para ello. Si llevamos a cabo un buen tratamiento físico del agua, podremos reducir la utilización de estos productos químicos.
Es fácil que en la piscina caigan elementos orgánicos del entorno, como pueden ser insectos, polen de las flores o las hojas de los árboles. Estos pequeños elementos, pueden enturbiar el agua o propiciar la aparición de cloraminas dañinas si nuestro sistema de depuración no realiza la filtración de manera correcta.
¿Cómo se realiza?
En primer lugar, para poder quitar los residuos sólidos, se lleva a cabo el prefiltrado. Esto se realiza a través de los cestillos que llevan incorporados los skimmers y la bomba. Es recomendable limpiar de forma semanal estos cestillos, así evitaremos que se destruya el cloro cuando pase por ellos, al estar llenos de desechos.
Posteriormente, es fundamental que el filtro se mantenga en buen estado y con un nivel adecuado de arena. Un indicador de que es necesario un lavado de arena, es cuando sube la presión del manómetro. Es necesario que se realice este lavado de forma profunda, para conseguir eliminar todos los restos de materia orgánica que se puedan haber sedimentado en la arena. Aun así, aunque realicemos los lavados correctamente, es inevitable que, progresivamente, las paredes del filtro se vayan dañando. Esto se debe a que, con el tiempo, los residuos se van acumulando, infectando de materia orgánica nuestra arena. Por otra parte, la circulación del agua también afecta. Esta hace que se vayan redondeando las aristas de la arena, lo cual disminuirá la eficacia del filtrado. Como consecuencia, será necesario ir añadiendo cada vez una cantidad mayor de cloro para conseguir desinfectar bien la piscina. El brillo y transparencia del agua también se verán afectados.
Por lo tanto, es recomendable que, aproximadamente cada 4 o 5 años, se cambie la arena del filtro de nuestra piscina. De esta manera, conservaremos la calidad y la belleza de la misma.