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Lo más importante a la hora de tener una piscina es disfrutarla al máximo. No obstante, mantener la piscina limpia, impoluta y clara no es menos importante. Para evitar que el agua de la piscina tenga un color turbio hay que investigar el origen del problema y después, seguir unos pasos muy sencillos para acabar con ese aspecto tan desagradable del agua. En Piscinas Lara tenemos todas las soluciones que necesitas para solventar esos problemas y hoy te los explicaremos en detalle.

Pero antes de “tirarnos a la piscina” y darte soluciones, veamos por qué el agua de la piscina adopta ese aspecto tan feo. El agua de la piscina se pone turbia cuando una gran cantidad de elementos externos entran en contacto con ella. Hojas, insectos, polvo y otras impurezas convierten la piscina en un lugar donde no apetece estar. Esto se debe a un descuido a la hora de hacer un mantenimiento y desinfección frecuente además de una gran cantidad de ácido isocianúrico proveniente del cloro en pastillas.

Motivos por los que se pone el agua turbia en las piscinas

Otro motivo por el que el agua de la piscina coge ese aspecto tan turbio es por una alteración en los niveles de químicos y productos que echamos. Tanto un exceso como una falta de producto podría provocar una contaminación que convierte el agua en algo desagradable. Y con desagradable no nos referimos solamente al aspecto del agua sino también a que esta podría causar problemas en la salud de las personas que se bañan (irritaciones en los ojos o en la piel o contaminación por las algas).

Por esto es necesario corregir estos problemas realizando un diagnóstico eficaz y dando con la raíz del problema con la finalidad de solucionar a tiempo estos problemas. Si no solucionamos este problema a tiempo pueden ocurrir dos cosas: riesgos en la salud de los bañistas o probablemente tengamos que tirar el agua y llenar de nuevo la piscina con agua limpia. El primer diagnóstico que deberíamos realizar es comprobar el nivel del pH en el agua. Si el pH es demasiado duro el agua de la piscina cogerá un color gris y será más opaca.

Después hay que analizar el nivel del cloro, la alcalinidad del agua, y la dureza del agua de la piscina. El único diagnóstico fiable y a ciencia cierta es realizando estos test con estuches analizables o medidores digitales para comprobar si estos índices están en el nivel adecuado. Para ser más precisos y echarte una mano eficazmente, el pH del agua debería estar entre el 7,2 y el 7,6, el cloro no debería superar los 1,2 milígramos por litro y la alcalinidad debería encontrarse en un nivel no superior a las 120 partes por millón y jamás por debajo de 90.

Por lo tanto, si tienes un buen seguimiento y mantienes el agua de la piscina de forma adecuada no debería ocurrir este problema. Es muy importante mantener los índices del cloro, pH, alcalinidad y dureza en los índices recomendados tanto para tener un agua que luce pura y clara como para evitar que las personas que se bañan arriesguen su salud.

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