Con la llegada del verano, además de apetecernos pasar más tiempo en la piscina, también nos apetece disfrutar de los complementos para el baño. Uno de los más utilizado es el flotador, que sirve tanto para el juego como para sentirnos más seguros y tranquilos en el agua. Aunque su utilización suele estar dirigida a los niños, también son muchos los adultos que hacen uso de ellos.
Existe una gran variedad de flotadores para proteger a los más pequeños de la casa. Los podemos encontrar de diferentes colores, medidas y formatos, pero puede que no sepamos bien cuál resulta más adecuado. Esta elección es muy importante, ya que garantiza su seguridad. Como siempre, también será necesaria una atención constante a los niños y acompañarlos durante el baño cuando todavía no sepan nadar bien.
Las características de los flotadores que utilicemos dependerán de la edad que tengan los pequeños, así como de la soltura que tengan para manejarse dentro del agua. De la misma manera, dependerá de si buscamos una finalidad didáctica o más lúdica. Mientras que en el primer caso nos ayudarán a conseguir un mayor equilibrio o facilitar la propulsión, en el segundo no será necesario ser tan selectivos, pero siempre requerirá vigilancia y control de los menores.
Manguitos
Los manguitos son uno de los flotadores más utilizados. Esto se debe principalmente a que su uso es sencillo y aportan mucha estabilidad. Pero, para que cumplan correctamente su función, es fundamental tener en cuenta varios aspectos:
- Tendremos que hincharlos cuando ya los lleven puestos, y siempre los hincharemos por completo, evitando que queden blandos.
- La altura a la que se deben colocar es justo por debajo del hombro. En el caso de que se coloquen a una altura más baja, corremos el riesgo de que se les salgan y puedan hundirse.
- Su tamaño tiene que ser el adecuado, de lo contrario limitará la capacidad de movimiento de los brazos.
- Cuidaremos su mantenimiento, resguardándolos del sol cuando no estén siendo utilizados, haciendo uso de la toalla o de la sombrilla. También deberemos comprobar siempre, antes de su colocación, que no estén pinchados.
Flotadores clásicos
Todos hemos hecho uso de los flotadores clásicos: esa especie de aro hinchable en el que nos colocamos en su centro. Los podemos encontrar con muchas formas y colores, así como con correas de sujeción o con una especie de braguita en el centro para meter las piernas. Pero lo cierto es que es el tipo de flotador menos aconsejado. ¿La razón? Es frecuente que sufran pinchazos, además de que existe la posibilidad de que los niños se den la vuelta y puedan quedarse bocabajo en el agua. Por lo tanto, si vamos a hacer uso de este tipo de flotador, es imprescindible que los acompañemos durante el baño, así como elegir el de dimensiones más adecuadas para su tamaño y edad.
Burbujas o cinturones de corcho
En los últimos años, el uso de este tipo de flotadores se ha visto incrementado. Por lo general, son más adecuados en los casos en los que los niños ya tienen un control adecuado del agua. Estos elementos los llevan a una posición corporal de nado, para que se genere movimiento. Los más recomendables serían lo de tipo burbuja que dispongan de dos cintas de sujeción y que permitan el nado de espaldas. Con esta medida de seguridad, se garantiza el mantenimiento del niño a la burbuja y que este pueda seguir moviéndose en caso de darse la vuelta. La zona adecuada para colocarlas es en la parte alta posterior, superior al centro de gravedad, de manera que el pequeño no quede inclinado hacia delante. Es un buen elemento para adquirir una mayor destreza y confianza, pero deberán usarse a partir de los 3 o los 4 años.
Los churros de flotación
También han tenido un gran auge los churros de flotación, tan característicos por sus distintos colores. Pero es importante remarcar que no es un sistema de seguridad. Al contrario que el resto de flotadores, no dispone de ningún tipo de sujeción al cuerpo, sino que somos nosotros los que nos agarramos a él. Esto hace que nos podamos desprender fácilmente. Por lo tanto, contaremos con él más como un medio de entretenimiento o entrenamiento del nado, pero no como medida de seguridad.
Sí que supone un elemento ideal para aprender a nadar y coger una mayor seguridad y soltura en el agua. De manera que, en los casos en los que el menor tenga ciertas nociones de nado y sepa desenvolverse bien, puede resultar muy útil para continuar con el aprendizaje y perfeccionar el movimiento. Como en el caso de los flotadores clásicos, se recomienda la supervisión mientras se esté utilizando, así como el acompañamiento durante el baño para evitar que se hundan en caso de que pierdan el agarre.
Chalecos infantiles de neopreno
No debemos olvidarnos de la opción de los chalecos infantiles de neopreno. Este tipo de flotador resulta muy útil y seguro. Además, permite un gran margen de movimiento de los brazos y el cuerpo, asegurando una buena flotabilidad. Para garantizar la correcta utilización del chaleco, y que este resulte completamente efectivo, es fundamental tener en cuenta la talla del niño.
Resultan muy cómodos, ya que aportan equilibrio y no dificultan la movilidad del cuerpo. Esto permite que se vaya consiguiendo una mayor destreza en el agua. Por lo general, disponen de cierres de seguridad, los cuales evitan su apertura. Se recomienda su uso, especialmente, antes de los tres años de edad.